Diversos estudios aseguran que las personas que se quejan constantemente podrían estar afectando su salud mental

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Diversos estudios aseguran que las personas que se quejan constantemente podrían estar afectando su salud mental

Las personas suelen atravesar momentos difíciles y retos complejos a lo largo de sus vidas: un trabajo que no resultó ser como se esperaba, cierta dificultad para reducir algunos kilos de más y filas eternas para hacer trámites burocráticos. Esto casi siempre es motivo de quejas, quejas y más quejas. Sin embargo, algunos se han convertido en quejumbrosos rutinarios: nada les parece bien y quieren compartir su molestia con el mundo entero. ¿Conoces a alguien así? Bueno, tenemos noticias para compartir contigo: esa actitud podría estar dañando su salud.

Genial.guru ha reunido para ti algunos estudios que comprueban que lo mejor es mantenerse optimista y alejarse de los constantes quejumbrosos.

Los cerebros son como plastilina

El cerebro funciona como plastilina, afirma Michael Merzenich, un neurocientífico que ha profundizado sus investigaciones en la neuroplasticidad. Esto es fácil de comprobar ya que es un fenómeno que vivimos a diario: podemos aprender un nuevo idioma en la escuela o nos adaptamos a una rutina completamente distinta a la habitual. Lo mismo sucede con las cuestiones negativas, como las quejas, ya que nuestros cerebros se adaptan también a ellas.

Las quejas restan esperanza y nos deprimen

Según Merzenich, los circuitos cerebrales se pueden modelar. “Los estudios confirman que nuestros comportamientos expresivos son producto de esas redes neuronales”, afirma el científico. Esto aplica para el aprendizaje y memoria de conductas, como hábitos y rutinas, por lo que quejarse constantemente podría tener efectos en nuestra manera de actuar y en nuestra salud mental, restando la esperanza y afectando a las emociones.

Los efectos de rodearse de gente negativa

Otro grupo de investigadores afirmó que lo negativo que nos rodea puede tener implicaciones en el sistema inmune. Ellos aseguraron que los factores biopsicosociales, como el estrés psicológico, la depresión y las influencias del medio pueden afectar la salud de las personas. Si nos rodeamos de gente negativa, esto podría tener implicaciones en nuestro bienestar.

Finalmente, la soledad llega

Por otra parte, los quejumbrosos frecuentemente dejan de ser aceptados por la gente de su entorno. Robin Kowalski, psicóloga y autora del libro Complaining, what’s all the fuss about? (Quejándose, ¿qué es todo ese alboroto?), se ha especializado en el tema de las quejas y asegura que quienes expresan sus incomodidades buscan empatía y soporte, y esperan que el otro se sienta privilegiado por ser quien escuche sus reclamos. Sin embargo, cuando les dan un consejo, ellos disienten, por lo que quienes los escuchan los catalogan como quejumbrosos y evitan el contacto con ellos.

No se puede negar el lado positivo de este asunto

Lo que también es cierto es que no podemos estar de acuerdo todo el tiempo con lo que nos rodea. El psicólogo Hank Davis asegura que quejarse tiene un lado positivo, pues nos hace bien en situaciones en donde nos sentimos solos e impotentes y nos da la posibilidad de encontrar a alguien que también comparta nuestro sentir, una persona que se una a nosotros para actuar y hacer cambios.

El papel de la autoconciencia

Sin embargo, a pesar de que quejarse tiene factores positivos, una gran manera de enfrentar las situaciones negativas en la vida es a través de la metacognición. A través de esta, las personas pueden reconocer que sus pensamientos y emociones derivados de algo que les generó molestia son producto de eventos mentales pasajeros, en lugar de “engancharse” con lo negativo de las experiencias. Una manera de llevar a cabo esta técnica es a través de la terapia.

A disfrutar de la vida

El optimismo nos da vida, o eso afirma un estudio realizado durante poco más de 9 años entre 999 mujeres y hombres de 65 a 85 años. A través de un cuestionario se analizaron sus niveles de salud, de respeto a ellos mismos, optimismo y relaciones. El 55 % de los que se mostraron optimistas tenía un menor riesgo de sufrir muerte bajo cualquier causa, y el 23 %, por ataques al corazón. Esto se debe a que los pesimistas suelen desarrollar obesidad, tabaquismo e hipertensión.

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