Los psicólogos revelaron 9 reglas que te ayudarán a encontrar un lenguaje común con los niños

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Los psicólogos revelaron 9 reglas que te ayudarán a encontrar un lenguaje común con los niños

Los conflictos con un hijo, inevitablemente, se dan en cualquier familia. Los psicólogos señalan que las causas más comunes de estos se derivan de una invasión del espacio personal del pequeño, del que él toma conciencia a partir de los 3 años. Este se resiste de forma activa a las órdenes de sus padres. Su lucha por la independencia puede darse tanto a los 3, como a los 7 y 9 años de edad, adquiriendo diferentes maneras. ¿Cómo puedes encontrar ese lenguaje común tan necesario para la convivencia con tus hijos?

En Genial.guru decidimos averiguar cómo, inculcando al niño las normas necesarias de comportamiento, se esquivan esas discusiones amargas, así como a la vez, se demuestra que él es lo importante.

1. Enfatiza los pros

A nadie le gusta la crítica. Recuerda tus sentimientos al sufrir duras críticas o tener que hacer frente a determinadas prohibiciones. Así sentirás la ola de indignación que invade a un niño en un momento así.

La irritación y la ofensa que experimenta el pequeño le impiden entrar en contacto, y aún más, hacer aquello que se le está pidiendo. Aprende a suavizar la situación, aunque a veces te resulte muy difícil. La crítica acompañada de elogios arrojará un resultado completamente diferente. ¡Y para mejorar!

 

2. Ofrécele varias alternativas

Seguir un horario establecido, hacer las tareas y quehaceres domésticos, por supuesto, es muy necesario. Y con frecuencia, la resistencia a esto no responde al hecho de que deba o no hacerse, sino al tono reinante. Ofrécele alguna alternativa, pero no demasiado extensa: ten en cuenta su edad.

La posibilidad de elegir y de tomar una decisión aumenta enormemente su autoestima, a la vez que así mantienes el control sobre el comportamiento del pequeño.

3. No lo distraigas de las cosas importantes

Una regla tan simple, a menudo resulta difícil que la cumplan los padres. Simplemente, porque la mayoría de las ocupaciones del niño nos parecen de poca importancia. ¿Estás construyendo con Lego? ¿Y qué? Si es solo un juego, y mamá necesita hablar contigo ahora mismo.

¿Hablas con tu amiga? En todo caso, deben estar hablando tonterías, mientras que la abuela espera porque quiere mostrarte cómo hornear un bizcocho.

No devalúes las actividades del niño considerando las tuyas mucho más importantes. Respeta su espacio personal. Imagínate cómo reaccionaría un adulto en su lugar.

No en vano, preguntar al pequeño si puede o no posponer en ese momento su actividad es una alternativa que debes contemplar también en estos casos.

4. No intentes seguir las reglas a rajatabla

Cuando un adulto juega con un niño, a menudo, en su mente, todas las reglas del juego ya están « escritas en piedra » desde hace mucho tiempo. Obligando al pequeño a cumplir estas reglas, pensamos que vivimos un buen momento educativo, porque en la vida adulta hay que hacer frente a las obligaciones y deberes, resultando necesario aceptarlos y cumplirlos.

Pero siguiendo este precepto ¿en qué lugar dejamos la creatividad, la iniciativa y la imaginación? A un adulto le resultarán mucho más útiles los límites fijos y aburridos. En estos casos, deja que el niño invente sus propias reglas, llama al juego de otra manera. ¿Qué tal si este nuevo juego resulta ser mucho más divertido y atractivo que el tradicional? Y si no, esto te servirá de ejemplo para mostrar que algo nuevo no tiene porqué ser siempre mejor. ¡Vale la pena intentarlo!

5. No impongas tu ayuda

¿De qué paciencia se puede hablar si el niño tarda en vestirse o se equivoca constantemente? ¡A todos nos invaden las ganas de hacerlo por él y rápido!

Entra en un estado « Zen », no impongas tu ayuda si no existe una necesidad acuciante. ¿Quieres que tu pequeño sea autosuficiente? Ten paciencia para no ayudarlo hasta que él te lo pida. El típico « ¡Deja que lo haga por ti! » no te traerá nada bueno y matará la iniciativa propia. Permítele cometer sus propios errores.

E incluso si el niño ha pedido tu ayuda, evalúa hasta qué punto él está preparado para hacerlo por su cuenta, y si lo está, ofrécele que lo intente de nuevo.

6. Pídele consejo

Cuando alguien te pide consejo, la sensación es muy agradable, significa que aprecian tu opinión. Especialmente, esto resulta efectivo con los escolares más jóvenes: entre 6 y 10 años de edad, los niños están ansiosos por asumir más responsabilidades.

Hazle preguntas directas, ayúdalo a tomar decisiones, esto permitirá al niño sentirse como una persona seria, mientras que tú le demuestras la importancia de un ambiente de confianza entre las personas cercanas.

7. Entiende su sufrimiento y no subestimes sus sentimientos

Cuando un hijo nos cuenta sus problemas, solemos sentir lástima por él y enseguida queremos entrar en su cabeza y dictarle cómo comportarse de forma correcta. Aquello de « ¡Te lo dije! » salta por los aires en contra de tu voluntad. Una madre comienza a ponerse nerviosa, a preocuparse, a dar consejos con emoción y calificaciones hacia los demás, pero todo esto solo puede alejar al niño.

No te pongas por encima de tu hijo, no deprecies el valor de su sufrimiento. Simplemente, quédate a su lado. ¿Tiene ganas de llorar? Deja que lo haga. Dale a entender que sus sentimientos son importantes, habla con calma sobre la situación y analiza cómo se puede encontrar una salida.

8. Habla de situaciones hipotéticas

Hablar sobre situaciones hipotéticas relativas a otro niño y sus padres, o reflexionar sobre películas y libros, es una técnica bastante efectiva si quieres enseñarle algo a tu hijo. Pero la clave del éxito se sustenta en hacerlo en un ambiente tranquilo y que el deseo de hablar de algo surja del niño.

« Miguel empezó a pelearse mucho. ¿Por qué crees que lo hace? ¿Pueden sus padres ayudarlo? »

Una nota importante: cuando se habla de situaciones imaginarias, no se debe devolver al niño a la « realidad » con preguntas del tipo « ¿Te suena una situación así? ». No creas que el pequeño no entenderá el truco. Si la situación le resulta familiar, pensará en ella sin necesidad de que nadie le guíe, como también escuchará todo aquello que quieras contarle.

Revelarle tus verdaderas intenciones al niño después de hacerlo imaginar las situaciones hipotéticas destruirá toda la « magia ».

9. No te olvides del sentido del humor

¿Quién le enseñará al niño, si no son sus padres, que el sentido del humor ayuda a hacer frente a las situaciones complejas y sirve para desprenderse de la mala energía?

Parodias graciosas, juguetes y objetos que hablan, la capacidad de simplemente reírse juntos viendo dibujos animados, todo esto es muy importante para crear un buen ambiente en familia. Mostrando tus habilidades de actor y tu fantasía, el pequeño lo interioriza y lo aprende. Además, muchos casos se solucionan más rápido, no a través de las exigencias, sino gracias a la ayuda del humor.

Pero ten cuidado con esto: los niños reaccionan de forma brusca al sarcasmo y a las bromas de mal gusto sobre ellos.

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